domingo, 9 de octubre de 2011

Juan Martín Díez, El Empecinado.



Juan Martín Diez,
EL MÁRTIR DE LA LIBERTAD


Nacido en Castrillo de Duero, el 2 de septiembre de 1775. De una humilde familia de labradores, su apodo viene de nacimiento, porque a todos los habitantes de Castrillo se les llamaba empecinados por un pequeño riachuelo llamado Las Botijas y venía cargado de pecina una mezcla de cieno y barro. Pero sin lugar a dudas el valor que demostró por su personalidad creó esta denominación, para definir a partir de entonces a todos aquellos obstinados, tercos y que defendían hasta la muerte su idea de libertad, su pensamiento de como debían ir las cosas y por eso El Empecinado era y es tan grande. Todas sus hazañas y su gran valor hizo que fuera ascendiendo de cargo durante toda su trayectoria militar y fuera el más grande y el más destacado de todos.

Ya siendo adolescente se escapó de su casa para alistarse al ejército, pero cuando sus padres se dieron cuenta, rápidamente fueron y le sacaron de la milicia por ser menor de edad. Pero más tarde lo volvería a hacer porque en su interior nacería la gran vocación de las armas y lo haría con 18 años, en 1793.

Durante la Guerra de la Independencia Española librada entre los años 1808 y 1814 no menos de 500.000 españoles sembraron con sus cuerpos las tierras españolas. Un cruel guerra, si no morían a manos de los franceses lo harían de hambre. Más de medio millón de muertos, una auténtica sangría que acabó no solo con la población, sino también el ánimo de toda una nación.

Un Emperador, Napoléon Bonaparte invadiría España e instalaría a su Ejército y a su hermano José I como único Rey, un rey intruso y que nadie aceptaría, porque tan solo para la nación su único y verdadero Rey sería, Fernando VII.

Una guerra que empezaría el 2 de mayo de 1808, donde murieron 1.400 personas fusiladas durante este día a la madrugada del día 3, en Madrid. Pero sin duda hubo casos que resaltaron con un absoluto esplendor. Constituyeron una pesadilla para Napoléon y su ejército. Fueron sin duda los guerrilleros, más de 40.000 hombres y mujeres que se echaron al monte para defender su ideal de libertad, de patria y el caso más destacado fue el de Juan Martín Diez, El Empecinado.

Su ejército empezó tan solo con tres hombres, pero finalmente le seguirían más de 9.000 hombres. Y a todos ellos se les llamarían " los empecinados ".

Era noble, valiente e incluso en aquélla época le consideraban el Hércules por su gran fortaleza. En una ocasión le apresaron por recoger leña, pero consiguió escaparse y como no podía dejar a su burro abandonado le agarró como si un corderito se tratara le ató sus patas y se los echó a los hombros y salió huyendo, tenía que trepar un muro y primero subiría él y después tirando de una cuerda subió a su burro y así consiguió escapar. En otra ocasión por apresar a una dama francesa, sobrina del General Moncey le detuvieron también porque sus vecinos por envidia le delataron y una vez preso le robaron en su casa, pero otra vez consiguió escaparse, justo a tiempo en el que los franceses entraban en la villa del Burgo de Osma.

Tenía tres hermanos que también lucharían junto a él. Manuel, Dámaso y Antonio.

Primero fue número uno en Cádiz, y después de toda España. Hubo una Constitución, la Constitución de Cádiz que por su nacimiento, el día del padre 19 de marzo la llamarían “La Pepa” al que Juan Martín firmó y juró defender hasta la muerte. Y el Rey Fernando VII, al regresar a España traicionó ese juramento. Un Rey felón por el que toda una Nación daría su vida en esta guerra, creyéndolo preso en un calabozo, pero la realidad sería otra. Vivía plácidamente en un Palacio de Francia y mientras los españoles luchaban dando su vida por él contra Napoleón, éste felicitaba a Napoleón por sus victorias.

Los franceses invadían nuestras tierras, nuestras provincias y todas pedían  ayuda al Empecinado, Juan Martín acudía para rescatarlas y les liberaba, conseguía hacer presos a todo aquel francés que se le cruzara por el camino. Los franceses nunca conseguían dar ni con él, ni con su ejército. Y le temían y le empezarían a llamar “El terror de los franceses”. Gracias a todas sus hazañas y victorias sería condecorado. Primero fue Teniente de Caballería en 1809, después vendrían más títulos; Comandante de Caballería ese mismo año, Capitán, Brigadier de Caballería en 1810, Coronel de Caballería en 1811, Magistral de Campo (este era el grado mayor en aquélla época) en 1814 y hasta Gobernador de Zamora. Muchos papeles fueron destruidos por orden de Fernando VII, para que no quedara memoria de Juan Martín Diez pero en realidad era para ocultar su traición, la traición de un Rey.

Fue traicionado por un compañero de batallas, llamado Saturnino Abuin al que llamaban “El Manco” porque le faltaba el brazo izquierdo perdiéndolo por un balazo y más tarde perdería también algunos dedos por otro sablazo. Éste se pasó al bando francés traicionando así al Empecinado. Incluso le intentaron envenenar para poder acabar con Juan Martín. Sin éxito.

Cuando terminó la Guerra de la Independencia en 1814, comenzaría otra mucho más cruel en España, y quedaría por culpa de Fernando VII dividida en dos bandos, los absolutistas que gritarían “¡Viva las cadenas!” y los liberales que estaban al lado del Empecinado y estos gritarían “¡Viva la libertad! “ Una lucha entre españoles. Finalmente Fernando VII quiso comprar a Juan Martín con un ducado "Duque de Burgos" y mil reales, pero Juan Martín ofendido se negó traicionar su ideal de libertad y sería siempre fiel a la Constitución y por ello sería condenado para siempre.  El 9 de octubre de 1914 fue concedido por el Rey para que pudiera firmar después de su nombre, con el sobrenombre de "El Empecinado" y lo puedieran hacer en un futuro todos sus descendientes.

Finalmente , Fernando VII mandó capturar al Empecinado, y en Olmos de Peñafiel le apresaron, Juan pidió que no detuvieran a sus hombres, a cambio él se entregaría.

Fue llevado a Roa con auténticas vejaciones, y allí estuvo encerrado en un pequeño calabozo, durante casi dos años y durante los días de mercado le exponían enjaulado, su trato fue inhumano. Se escribieron cartas de clemencia, de Inglaterra, incluso los franceses, de su mujer que entonces estaban ya desde hacía un tiempo separados, de un importante abogado de aquélla época, incluso de su madre Lucía. Pero Fernando VII hizo oídos sordos a todos y aceleró la sentencia. Que llegaría para Juan Martín Diez, a las 12H00 del día 19 de agosto de 1825.

Pero lo más triste de todo, es que después de tanto esfuerzo por liberar a un País, tantas victorias conseguidas, él mismo pidió que le fusilaran como militar que era, pero hasta eso le negaron, incluso quisieron después de ser ahorcado descuartizarlo como hicieron con Rafael de Riego en la Plaza de la Cebada en Madrid, aunque finalmente no lo hicieron.

Cuando Juan Martín era conducido a la horca, vio a un centinela con su sable, un sable que el Príncipe de Inglaterra le regaló y la propia rabia hizo que arrancara sus grilletes penitenciarios y se soltara, como todos le tenían tanto miedo, se asustaron y le pusieron para no que pudiera defenderse un trapo en la cabeza y le mataron a bayonetazos, y una vez muerto le ahorcaron.

Y a su familia le pesaron una tremenda factura en el que le cobrarían los salarios de los centinelas que le custodiaban a él y a la villa para que no escapara, los bizcochos y los vinos, que los demás comían y bebían, y hasta la soga les quisieron cobrar.

Finalmente con el tiempo el villano sería Fernando VII y el gran héroe El Empecinado y muchos monumentos se alzarían en su nombre y en todos los que dieron sus vidas por su País. En la Historia de España se escribiría su nombre, y en los diccionarios españoles con la palabra “empecinado” quedaría escrita como lo que él era : “obstinado, terco y defensor de sus ideales”.

Y lo que Fernando VII no pudo destruír, su descendencia. Descendencia directa, por partes de sus hermanos, de sus primos, una amplia ramificación, que ojalá llegue el día en el que todos nos podamos reunir para rendir juntos ese digno homenaje.

Descendientes, escritores, admiradores, todos juntos harán para que siempre sea recordado nuestro MÁRTIR DE LA LIBERTAD, porque con letras de oro así figuraba en el Congreso y que no caiga jamás en el olvido.

                                        ¡¡Todo por la libertad!!









Susana Ortega Martín.
Descendiente de Juan Martín Diez
Grupo en facebook: Juan Martín Diez, El Empecinado y sus descendientes.

1 comentario:

  1. Un blog muy interesante sobre un gran personaje como fue El Empecinado hecho, además, desde un gran cariño como puede notarse. ¡Enhorabuena por este trabajo, Susana!
    Soy de Carabias, el pueblecito donde supuestamente se produjo el rapto de la dama francesa sobrina del General Moncey y estoy muy interesado en poder conocer cualquier detalle. No sé si dispone de alguna información al respecto o puede recomendarme alguna fuente bibliográfica.
    Puede contactarme en segamux@hotmail.com
    ¡Muchas gracias de antemano!

    ResponderEliminar